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HISTORIA:
En la actualidad, el principal enemigo de un navío son los misiles antibuque. La defensa contra tales armas, una vez han sido lanzadas, es muy compleja dado que presentan un blanco muy pequeño que se mueve a altísima velocidad.

Cuando todas las demás contramedidas han fallado y la destrucción del buque parece inminente -misil en vuelo a una distancia de 2.000 metros o menos- entran en acción las defensas de último recurso.

Consisten en grupos de cañones automáticos, generalmente dirigidos remotamente mediante las indicaciones de su radar u otros medios optrónicos, que crean un muro de metralla contra el que debería chocar el misil.

Para cumplir el objetivo de crear este muro virtual, los cañones defensivos deben tener una cadencia de fuego altísima y disparar cartuchos de calibre medio capaces de perforar la parte más reforzada del misil, su ojiva.

La única forma de que puedan dispararse varios miles de grandes proyectiles por minuto desde un arma sin que ésta se funda en pocos segundos es utilizar varios cañones.